Cuando elegimos un producto cosmético, solemos mirar qué activos tiene. ¿Contiene vitamina C? ¿Tiene ácido hialurónico? ¿Lleva retinol? Pero pocas veces prestamos atención a los ingredientes que hacen posible que ese activo funcione. Esos son los excipientes: los ingredientes silenciosos que sostienen, protegen y transportan todo lo demás.

En Grande de Leim, te contamos por qué son tan importantes, qué tipos existen y cómo reconocerlos en tus productos favoritos.

¿Qué es un excipiente y para qué sirve?

Un excipiente es todo aquel ingrediente que, sin tener una acción directa sobre tu piel, permite que el producto funcione correctamente.

Es como el escenario, las luces y el sonido en una obra de teatro. Sin ellos, el protagonista (el activo) no podría brillar. 

Los excipientes:

  • Aportan textura y sensorialidad.

  • Permiten que el activo se disuelva o se mantenga estable.

  • Facilitan la absorción del producto en la piel.

  • Prolongan su vida útil.

  • Garantizan que el producto sea agradable y seguro de usar.

Tipos comunes de excipientes y sus funciones

Veamos algunos de los grupos más usados y para qué sirven:

1. Agentes vehiculares o bases

Son los que “llenan” la mayor parte del producto. No actúan sobre la piel, pero llevan a los activos a donde deben llegar.

  • Ejemplo: agua, aceites vegetales, alcoholes grasos, siliconas.


2. Emolientes

Aportan suavidad, mejoran la textura de la piel y ayudan a formar una barrera protectora.

  • Ejemplo: escualano, manteca de karité, caprilic/cáprico triglicérido.


3. Emulsionantes

Permiten que el agua y el aceite se mezclen de forma estable (esenciales en cremas y lociones).

  • Ejemplo: cetearyl alcohol, glyceryl stearate, polyglyceryl-6 distearate.


4. Solventes

Ayudan a disolver los activos o mejorar la penetración.

  • Ejemplo: propilenglicol, butilenglicol, glicerina.


5. Espesantes y gelificantes

Dan cuerpo o consistencia al producto. Son clave en geles, sérums y mascarillas.

  • Ejemplo: goma xantana, carbómero, celulosa.


6. Estabilizantes y reguladores de pH

Evitan que el producto cambie de color, se separe o se eche a perder.

  • Ejemplo: EDTA, ácido cítrico, trietanolamina.


¿Por qué no se habla tanto de ellos?

Porque no generan resultados visibles por sí solos. No “quitan manchas” ni “hidratan profundamente”. Pero sin ellos, ningún producto funcionaría bien. Además, muchos excipientes son multiuso: aparecen en productos para todo tipo de piel porque cumplen funciones técnicas, no terapéuticas.

¿Pueden los excipientes afectar la piel?

Sí, aunque su función no es activa, algunos excipientes pueden:

  • Ser comedogénicos, si son muy oclusivos para ciertas pieles (ej. aceites minerales pesados).

  • Causar irritación, si se usan en altas concentraciones (ej. alcoholes).

  • No ser compatibles con ciertos tipos de piel o patologías (ej. piel con rosácea, dermatitis).

Por eso, aunque no son activos, es importante conocerlos y observar cómo reacciona tu piel a cada producto.

¿Cómo reconocer un producto con buenos excipientes?

  • Tiene una textura agradable, que no se separa ni deja residuos.

  • Se absorbe bien sin sensación pegajosa o grasa.

  • No huele a producto rancio ni cambia de color rápidamente.

Los excipientes son los arquitectos invisibles de la cosmética. No se ven, no brillan, pero sostienen, transportan y acompañan a los ingredientes activos para que realmente hagan su trabajo.

Sin excipientes, no hay crema que se sienta bien, ni sérum que se mantenga estable, ni fórmula que llegue a tu piel con eficacia. Así que la próxima vez que elijas un producto, recuerda: los ingredientes que no suenan “glamorosos” también importan.