La piel es un órgano altamente sensible a las fluctuaciones hormonales y metabólicas. Insulina, andrógenos, cortisol, estrógenos y hormonas tiroideas modulan procesos como la producción sebácea, la síntesis de colágeno, la inflamación y la pigmentación. Una nutrición adecuada puede actuar como reguladora endocrina natural, mejorando alteraciones cutáneas desde la raíz del desequilibrio hormonal.

Hormonas clave en la fisiopatología cutánea

Hormona Acción cutánea Desequilibrio asociado
Insulina / IGF-1 Estimula queratinocitos y sebocitos; ↑ sebo, comedogénesis Acné, piel grasa, envejecimiento acelerado
Andrógenos (DHT, testosterona) ↑ actividad de glándulas sebáceas; modulan folículos pilosos Acné, alopecia androgenética, hirsutismo
Estrógenos ↑ colágeno, hidratación, pigmentación uniforme Sequedad, flacidez, hiperpigmentaciones
Progesterona Acción antiandrogénica débil; modula respuesta inmune Exacerbaciones premenstruales de acné
Cortisol ↑ inflamación y MMPs; ↓ síntesis de colágeno Dermatitis, envejecimiento, piel sensible
T3/T4 Control de renovación epidérmica, temperatura y oxigenación Sequedad, palidez, caída de cabello


Mecanismos nutricionales de modulación hormonal

  • Sensibilidad a la insulina:

Dietas ricas en carbohidratos refinados y leche elevan IGF-1 → proliferación de sebocitos y queratinocitos.

Estrategias: dieta de bajo índice glucémico (IG), ayuno intermitente (según perfil clínico), restricción de lácteos industriales.

Conversión hormonal y balance androgénico:

Zinc, vitamina B6 y magnesio necesarios para conversión de testosterona → estradiol.

Deficiencias promueven exceso de DHT.

Semillas de lino y fitonutrientes (lignanos, isoflavonas) actúan como moduladores estrogénicos suaves.

Modulación del eje HPA (cortisol):

Estrés crónico altera la barrera cutánea e induce inflamación.

Nutrientes adaptógenos (ashwagandha, rhodiola, L-teanina) + vitamina C y omega-3 regulan el eje HPA.

Soporte de detoxificación hepática hormonal:

Crucíferas (glucorafanina → sulforafano) estimulan la fase II del hígado (glucuronidación, sulfatación).

Ayudan a eliminar metabolitos estrogénicos proinflamatorios (16-OH-E1).


Aplicación práctica

▪ Intervenciones nutricionales por eje

Eje insulínico/IGF-1 (Acné y envejecimiento):

Dieta antiinflamatoria, rica en fibras, baja en IG.

Evitar leche descremada y azúcares simples.

Nutrientes: cromo (100 mcg/día), magnesio (300 mg/día), ácido alfa-lipoico (200–400 mg/día).

Eje androgénico (Acné, alopecia, hirsutismo):

Zinc (15–30 mg/día), B6 (25–50 mg/día), té verde (EGCG), saw palmetto (160 mg x 2/día).

Semillas de calabaza, lino, sésamo (efecto anti-DHT y proestrógeno natural).

Eje estrógeno-progesterona (Flacidez, manchas, acné cíclico):

Isoflavonas de soya fermentada (40–80 mg/día), aceite de onagra (GLA), vitamina E, vitamina C.

Alimentos: miso, tempeh, brócoli, semillas de lino.

Eje cortisol-estrés (Piel sensible, dermatitis, envejecimiento inflamatorio):

Adaptógenos (ashwagandha 300 mg/día, rodiola, teanina).

Probióticos con acción en eje HPA: Lactobacillus helveticus, Bifidobacterium longum.

Técnicas complementarias: mindfulness, respiración diafragmática, exposición solar moderada (vitamina D).

▪ Evaluación clínica

Acné resistente, caída de cabello, pigmentación irregular, piel sensible.

Historia menstrual y síntomas de disfunción tiroidea o estrés crónico.

Testes sugeridos:

IGF-1, DHEA, cortisol AM/PM, SHBG, TSH/T3/T4, 17-OH-progesterona.

Panel de micronutrientes (zinc, B6, magnesio, ferritina).

El eje hormonal y metabólico es determinante en múltiples manifestaciones cutáneas. Desde la dermonutrición, es posible regular su actividad a través de nutrientes moduladores, dietas antiinflamatorias e intervenciones específicas que devuelvan el equilibrio endocrino. Para los profesionales, comprender estos ejes permite aplicar estrategias precisas y personalizadas en pacientes con disfunciones hormonales visibles en la piel.